Pepa la berza en la asamblea
— ¡Rápido, rápido, hacen falta
más sillas!— gritan los pepinos nerviosos. — ¿Estamos ya todas? — pregunta una
vieja haba. Pepa bosteza mientras se levanta de su cama. No sabe a qué viene
tanto alboroto. “¿Será hoy un día importante?”, se pregunta mientras se lava la
cara. Pepa la berza siempre anda un poco distraída. Se asoma a la ventana y ve
cómo sus compañeras reunidas en la plaza miran hacia su ventana con una sonrisa
pícara.
— ¡Pepa baja rápido, que hoy es
la asamblea!— gritan las hortalizas al unísono. La olvidadiza berza no se
acordaba de la importante fecha, se pone sus madreñas y baja corriendo a la
plaza. Pepa vive en un pequeño huerto comunitario. Un gran número de hortalizas
comparten su barrio cerca de un precioso río y rodeadas de más huertos. Con el
trascurso de los años el pequeño huerto ha ido creciendo poco a poco, pues han
ido llegando nuevas verduras y frutas que llenan de alegría y color el
barrio. Por eso han decidido reunirse una vez al mes en asamblea y tomar entre
todas las mejores decisiones para el huerto.
“La de hoy es una asamblea
importante”, piensa Pepa mientras baja corriendo a la plaza. “Hoy decidimos
nuestro futuro”. Todo el huerto está reunido en la plaza, esperando en silencio
a que comience la asamblea. — ¿Estamos por fin todas?— pregunta Honorato el
boniato, mirando de reojo a Pepa. —Este mes me toca a mí presidir la asamblea —
continua Honorato. —La de hoy es una reunión importante, hoy decidiremos cuál
es el futuro de nuestro barrio. Como todas sabéis, nuestro pequeño huerto ha
ido creciendo poco a poco y es momento de que decidamos qué modelo de huerto
queremos para nosotras.
— ¡Qué tensión!— exclaman las
peras. “Que importante decisión”, piensa una berenjena mientras se frota las
manos de puro nerviosismo. Todas las hortalizas del huerto comienzan a levantar
la mano para expresar su opinión. Todas escuchan, comentan y explican sus
ideas. Pero el problema que encuentran finalmente es que no saben cuáles son
sus opciones. —Creo que tengo una idea— exclama Pepa de repente. — ¿Qué os
parece si visitamos los huertos vecinos y vemos cómo viven ellos?
Las demás
hortalizas se sorprenden por la buena idea de Pepa. Aunque siempre es muy despistada,
la verdad es que tiene una mente muy despierta. La primera visita la hacen a
una pequeña huerta cercana llamada Huerta Libélula. Las recibe un risueño
bubango. —Buen día, me llamo Yeray.
Bienvenidas a nuestra huerta. Tras todos los saludos y presentaciones,
comienzan la visita. Yeray y Pepa van en cabeza de la comitiva charlando
alegremente. —Aquí no tenemos guagua , ni coche para ir al río.
Si alguien
quiere ir a bañarse coge la bici. Las hortalizas están sorprendidas con el
pequeño pero maravilloso huerto. Allí todas viven juntas y en armonía, por las
noches cantan en la hoguera hasta bien entrada la mañana, donde reciben el
rocío que las nutre y da energía. Yeray les explica que su huerto es familiar.
Su única preocupación es crecer y florecer para alimentar a la familia que les
cuida. —Aunque somos poquitas, Susana y su familia nos cuidan muy bien.
Nos
riegan con el agua del río y nos cuidan con los mejores productos sin usar
pesticidas . —Así, aunque crecemos poco a poco, tenemos tremendo sabor—
comenta el bubango. Antes de irse, todas se intercambian sus direcciones para
seguir en contacto por carta. “¡Vaya verduras más saladas!”, piensa Pepa.
La
segunda visita la hacen a un gran huerto de producción enorme llamado
Hortalizas & Co, situado más abajo del río. Nada más llegar un fuerte olor
les inunda las narices a nuestras hortalizas. — ¿Qué huele tan raro?— pregunta
una zanahoria muy joven. — ¿Por qué las nubes aquí tienen ese color oscuro?—
comentan extrañados unos guisantes. En el gran huerto las verduras corren de un
lado para otro sin hablar entre ellas, como si todas tuvieran mucha prisa.
Todas las verduras lucen una figura impresionante, parecen modelos. Además hay
muchísimas y algunas de verano, ¡aunque estamos en invierno!
“¿De dónde habrá salido ese grupo
de tomates en pleno diciembre?” se pregunta Pepa. De pronto una manzana redonda
y brillante se para frente al grupo. —Buenas tardes, bienvenidas a nuestro
maravilloso huerto. Mi nombre es Dory y soy la encargada de enseñaros nuestra
maravillosa ciudad.
Mientras comienza la visita, lo primero que le preguntan es
a dónde va todo el mundo con tanta prisa. —En este huerto todos tenemos siempre
algo que hacer. Unos días tenemos sesión de fertilizantes para crecer más
rápido. Otro día nos duchamos con pesticida, así los bichitos no entran en el
huerto. Y varios días a la semana nos rocían con otros productos para tener un
color más vivo y brillante — responde Dory.
Las verduras están un poco
extrañadas. — ¿Y cuándo vais al río a nadar?— pregunta Pepa. —Esto es la
ciudad, chica— dice la manzana. —Aquí traemos el agua del río con varias
tuberías y unos sistemas muy modernos para bañarnos usando nuestros productos
químicos. Todo está pensado para que crezcamos muy rápido, así los dueños del
huerto pueden vender mucho y ganar más dinero. Dory les explica que las
personas que trabajan en el huerto y las cuidan no se alimentan con ellas, sino
que las meten en camiones y las llevan a un gran centro comercial.
—Además
tampoco necesitamos muchas personas que nos cuiden, casi todo lo hacen
máquinas, es muy descansado— puntualiza la guía. De nuevo en su huerto las
hortalizas se reúnen en asamblea. — ¡Silencio, silencio! —exclama Honorato. —
¡Comienza la votación! Todas las hortalizas levantan la mano con la decisión
que quieren elegir. Al final, Pepa hace el recuento de las manos levantadas
Tras horas de debate en la
asamblea las hortalizas deciden seguir el modelo que vieron en la pequeña
Huerta Libélula.
Pepa está muy contenta pues cada poco tiempo duerme en una
casa diferente de su barrio. Todas las hortalizas cambian de vivienda para así
mantener el suelo fértil y sano. — ¡Fiesta de pijamas, fiesta de pijamas!—
exclaman todas las noches los limones, mientras corretean de una casa a otra.
Poco a poco el huerto continúa creciendo, pero de una forma proporcionada. Las
hortalizas van a bañarse al río y disfrutan del aire puro y los rayos del sol.
Aunque tardan más tiempo en crecer, todas se sienten llenas de energía.
Algunos
días las vienen a recoger para llevarlas a un mercado local. Allí pasan la
mañana y parte de la tarde con otras frutas y verduras de otros huertos. Aunque
no ganan mucho dinero las personas que las cuidan están contentas porque la
gente que las prueba siempre repite. De vez en cuando Yeray y sus amigos vienen
a visitarlas, y cantan canciones en la hoguera durante toda la noche. Pepa es
muy feliz.
Tras horas de debate en la
asamblea las hortalizas deciden seguir el modelo que vieron en la majestuosa y
mecanizada Hortalizas & Co. Las hortalizas empiezan a trabajar su huerto.
Añaden tuberías, elevan grandes edificios e incluyen unas cuantas máquinas. Los
primeros meses todas están muy contentas. — ¡Cómo hemos crecido! — exclaman los
pepinos. — ¡Qué brillantes y guapas estamos! — gritan las peras. Ahora viven
todas apretujadas en grandes edificios y casi no tienen tiempo para hablar
entre ellas. —“¡Así es la vida en la gran ciudad!”.
Todas recuerdan las
palabras de Dory. Poco a poco el huerto se llena de humo. Las nubes ya no
tienen su color y todo huele un poquito raro. Nadie va ya al río porque es
donde van a parar todos los productos con los que se bañan un día sí y otro
también. Aunque están todas enormes y muy coloridas las hortalizas no se
sienten tan llenas de energía como antes. Todas las mañanas Pepa se pregunta:
“¿Habremos hecho bien eligiendo este modelo?”
Preguntas:
1.-¿Que alimento es Pepa en Venezuela?
2.-Cuál de las dos opciones ha dejado más contentos a Pepa y sus amigos?
3.- ¿Qué diferencias encuentras entre
las dos huertas que visitaron?
4.- ¿Cómo afecta a la tierra cada
huerta?
5.-¿Cuál cree usted que eran las hortalizas más saludables?
6.-¿Qué verduras piensas que son las más baratas? ¿Por qué?